Sabemos perfectamente que no existe clase –ni en prepa ni en universidad- que nos enseñe a cómo sostener una relación saludable. Claro, nos enseñan biología, tal vez aspectos legales del matrimonio o, a lo mucho, llegamos a leer alguna que otra historia literaria del siglo XIX sobre “ser o no ser”. Pero cuando se trata de lidiar con relaciones, no contamos con una guía de las situaciones a las que nos podemos enfrentar, de hecho no la hay, y lo más cercano lo encontramos en revistas para adolescente de mala calidad, o bien, en los libros de Yordi Rosado: “Quiobole con…”
Gran parte del problema radica en que muchos de los hábitos tóxicos que se presentan en las relaciones están sumamente arraigados a nuestra cultura, al grado de ser considerados “normales”. Muchos hemos sido criados para tratar a las personas como meros medios para nuestra felicidad, en lugar de respetarles como fines. De ahí que muchas veces nuestras parejas sean, de manera inconsciente, vistas como meros activos fijos en lugar de alguien con quien apoyarnos -y apoyar- emocionalmente.
Por otro lado, la literatura de autoayuda tampoco “ayuda” mucho (No, hombres y mujeres no son de distintos planetas. Sí, estoy hablando de Las Mujeres son de Venus y Los Hombres son de Marte; y no, tampoco los hombres “aman a las cabronas”); y en muchos de nuestros casos, nuestros padres no fueron el mejor ejemplo de una relación sana emocionalmente hablando.
Afortunadamente, en la actualidad existe un gran numero de investigaciones en el campo de la psicología sobre relaciones sanas, de las cuales, podemos advertir algunos principios que no estamos siguiendo por no ser conscientes de ellos; o bien, puede que siéndolos, no los estamos siguiendo al pie de la letra. Tan es así, que algunos de estos principios puede que te resulten contrarios a lo que tradicionalmente hemos considerado como “romántico”, “amoroso” o “normal” en relaciones de pareja.
Por ello, aquí te enlisto los primeros 3 hábitos (de 6) más comunes que presentan las relaciones, que se creen normales y amorosos, pero que en realidad son sumamente tóxicos y destructivos.
1.- La libretita de los errores
¿Qué es? La libretita de los errores se presenta cuando la persona con la que estás saliendo continuamente te culpa por los errores que has cometido a lo largo de la relación. Si ambos integrantes de la relación caen en este hábito, la relación se tornará en una constante batalla para ver quien es el que se ha equivocado mayor número de veces, y por tanto, se logra advertir quién le debe a quién mayores favores en la relación, o bien, quien se ha involucrado más en la misma.
¿Te portaste mal en la fiesta de cumpleaños #28 de Cynthia, allá por el 2014 y te siguen recordando tu “errorcito”? No importa, igual tú la cachaste mandándole mensajes coquetos a su compañero de trabajo, por lo que no tiene derecho de ponerse celosa; ya están a mano, ¿no?
Mal, mal, ¡MAL!
¿Por qué es tóxico? “La libretita de los errores” resulta desgastante porque uno, o los dos involucrados en la relación, usan los errores del pasado para tratar de resolver y justificar errores actuales en la relación. Lo cual, de entrada, ya está de la chingada, pues no solamente estás desviando la atención del problema real que se presenta actualmente, sino que se está exaltando la culpa de tu pareja por un error del pasado, con el fin de manipularlo en el presente.
¡ERROR!
Si este hábito tóxico se prolonga lo suficiente, la pareja habrá gastado más energía en probar que el otro tiene más culpa, -con errores del pasado- en lugar de haberse enfocado en resolver los problemas actuales.
¿Qué hacer entonces? Resuelve los problemas en si individualidad en lugar de conectarlos con otros del pasado. Si alguien engaña al otro, luego de una primera infidelidad de su compañero, evidentemente son situaciones que tienen cierto grado de relación entre sí. Pero el hecho de que ella te haya hecho sentir avergonzado en aquella fiesta de 2014, y ahora ella se sienta triste e ignorada en pleno 2017, no tiene nada qué ver con aquél error, así que no lo traigas a colación.
Debes reconocer que el haber elegido a tu pareja para que sea tu compañero, lo estás eligiendo que lo sea con todos sus errores y comportamientos. Si no los aceptas, en realidad no la estás aceptando por completo. Si algo te molestó tanto hace un año, debiste haberlo resuelto hace un año.
2.- lanzar indirectas y otras agresiones pasivas
¿Qué es? En lugar de manifestar tus sentimientos, pensamientos o deseos de manera abierta y directa, tu pareja trata de que navegues en la dirección correcta para darte cuenta por ti mismo qué le está pasando. ¡QUÉ PUTA HUEVA! (esto no lo dijo Mark, lo digo yo). En lugar de decir qué te molesta en una situación, te dedicas a encontrar las indirectas que crees necesarias para que tu compañero caiga en cuenta sobre qué es lo que te pasa, y si no lo hace, poder sentirte en posición de reclamarle su “falta de atención”.
¿Por qué es tóxico? Porque es una muestra que, tanto el uno como el otro, no se encuentran cómodos comunicándose abierta y claramente. Una persona no tendría razón de ser pasivo-agresiva si se sintiera segura y cómoda de expresar cualquier enojo o inseguridad en la relación.
Claro, esto tiene que ver también con la capacidad de comunicación de tu pareja, puede que tú no le juzgues por sus sentimientos, pero ella por no sentirse capaz de expresar sus sentimientos directamente te culpe y te responsabilice de ello, algo de lo cual hablaremos en el siguiente punto. Por ello es necesario que tanto quien lanza la indirecta, tanto como aquel que se supone será el destinatario, deben trabajar: uno, en aprender a no juzgar, pero también el otro, en aprender a expresar claramente sus sentimientos.
¿Qué hacer entonces? Expresa clara y abiertamente tus sentimientos, pensamientos, emociones y demás. Exprésate tan calo que no te quepa duda que tu pareja te entendió, así como a ésta, le quede duda de lo que quisiste expresar. No le dejes la carga de adivinar tus sensaciones, y si estás del otro lado, no recibas la carga de adivinar.
3.- Responsabilizar o culpar a tu pareja de tus propias emociones
¿Qué es? Digamos que tuviste un pésimo día en el trabajo y tu pareja no está siendo muy empático que digamos, o bien, no te demuestra su apoyo en sí. Ha estado en el teléfono todo el día atendiendo cuestiones del trabajo, incluso se encontraba distraído al momento en que llegaste a casa y lo saludaste con un abrazo. Esa noche, planeas quedarte con tu pareja en casa, viendo una película, sin embargo, él o ella tiene planes de salir con sus amigos.
Al escuchar sus planes, tratas de contenerte pero terminas por explotar y le dices que es un insensible y cruel por no prestarte atención. Has tenido un día que apesta y él o ella no ha hecho absolutamente nada para apoyarte. Claro, nunca lo externaste o le contaste al respecto, pero tu pareja debe saber que le corresponde hacerte sentir bien, querido, apoyado… en paz. Claro, debió haber colgado el teléfono e ignorar sus planes con sus amigos debido a tu día de mierda.
¿Por qué es tóxico? Culpar a tu pareja de tu estado emocional es una sutil forma de egoísmo, y un clásico ejemplo de unos límites personales sumamente débiles. Cuando crees que tu pareja es responsable y es su deber encargarse sobre tu bienestar emocional (y viceversa), estás desarrollando una relación con tendencias dependientes. De seguir así, tu pareja ya no podrá disponer de su tiempo y de sus planes, sin antes contar con tu aprobación. Todas las actividades en casa, incluso aquellas tan simples y mundanas como leer algún libro o ver la televisión, -bajo esta óptica dependiente- deberán ser negociadas y consensuadas. Y así, cuando una persona con este hábito empiece a enojarse, será tu responsabilidad hacerla sentir mejor. Imagínate, ¡qué desgaste!
El mayor problema con desarrollar este tipo de tendencia dependientes es que se irá generando, poco a poco, un resentimiento hacia la pareja. “Claro, si mi novia se enoja conmigo porque ella ha tenido un día de la patada y está frustrada y necesita atención, ¡pobre de ella! debo entenderla”. El problema vendrá cuando crea que debes pasarte el resto de mi vida resolviendo, o siendo responsable, sobre su bienestar emocional; de seguir así, pronto tendrás la opción de aprovecharte y convertirte en manipulador de sus sentimientos y emociones. Así como tienes la obligación -y el poder- de hacerla sentir bien; tendrás a tu disposición de hacer lo contrario.
¿Qué hacer entonces? Toma la responsabilidad de tus propias emociones y espera que tu pareja haga lo mismo con las suyas. Existe una sutil, pero muy importante diferencia entre apoyar a tu pareja, a ser responsable de ella. Cualquier esfuerzo o apoyo debe hacerse como una decisión autónoma y voluntaria, y no como una expectativa u obligación. Tan pronto como que ambos integrantes de la pareja sean culpables por el humor y los altibajos del otro, les dará a ambos el poder para manipular, así como para esconder sus verdaderos sentimientos por el temor latente de ser manipulados.
Esta adaptación la dejaré hasta aquí, dado que el artículo original es bastante amplio. El próximo jueves estaremos tratando los otros 3 hábitos que son sumamente tóxicos, pero que creemos normales.