El duelo es un proceso personalísimo. No lo puedes vivir por alguien más, ni nadie lo puede vivir por ti.
Hace unos días me encontraba platicando con un grupo de amigos y uno de ellos recién había terminado con su novia. No entraré en detalles, pero sí les contaré que entre la plática salió una frase que se me hizo poderosísima: “Tienes que aprender a ver llorar a tu ex”, dijo un amigo del grupo.
Se me hizo sumamente poderosa, porque si bien de entrada puede tener una connotación egoísta y nada empática o poco amorosa, lo cierto es que la frase tiene mucho de verdad.
Cuando una relación termina, la parte que terminó más afectada a veces ruega por una segunda oportunidad, llora y busca hacer méritos para volver a intentar las cosas.
Muchas de esas veces, a quien decidió dar por terminada las cosas, se le hacen sumamente pesadas esas escenas. Y aquí es cuando aparición la frase de la noche: tienes que aprender ver llorar a tu ex.
No necesariamente verla llorar de manera literal, pero sí con otros actos que reflejen su insatisfacción con la terminación. Nos toca entender que normal que le esté costando aceptar la decisión que se ha tomado, pero no podemos jugar el rol de padres emocionales, y queramos evitar algo que es inevitable. Pues si por no quererla ver llorar regresamos, estaremos unidos más por compasión, que por amor.
No puedes evitar el proceso de duelo de tu ex pareja. Tiene que vivirlo por ella misma. No hay de otra, sí, es pesado y penoso, pero anestesiar el dolor dando una segunda, tercera, cuarta, oportunidad lo único que traerá una insatisfacción disfrazada de relación de pareja.
Y si estás del otro lado, de la persona a la quien dejaron, el que te dejen llorar no significa un acto egoísta. Es normal que te duela, pero te toca afrontar lo que viene, nadie más puede vivirlo por ti. De regresar con tu ex, sabiendo que ya no hay amor, ¿te gustaría que volviera por compasión?
Recordemos que la unión debe ser por amor, pero también amor hacia nosotros y respetando lo que realmente queremos en nuestra vida.
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