Al humano le encanta excusarse cuando no ha alcanzado cierta meta, con el fin de justificar su fracaso.
Como dice el meme “yo iba a ser una estrella del fútbol, pero me chingué la rodilla”. ¡Qué facilita la agarraste, mano! En lugar de hacernos responsables de nuestros fracasos, ver en qué fallamos, qué cosas pudimos hacer bien y que no nos vuelva a suceder en la próxima, ¡NO! nos vamos por el camino cómodo y nos inventamos un montón de excusas.
¿Qué tiene de malo? Pues que sólo te estás vendando los ojos y no estás viendo tú responsabilidad en el fracaso. Por eso hay personas que se quejan de las circunstancias de la vida y nada es culpa de ellas. -Ajá, ¡Claro!- Para ellas, todo es culpa del gobierno, de sus papás, de su ex, y de cualquier otra cosa menos de ellos; se convierten una bola de quejas andante.
Elegir ese camino es lo más fácil, lo más cómodo, pues simplemente nos atamos las manos y nuestro fracaso no es culpa nuestra, al contrario, es culpa de los demás.
De seguir así por esa vía, nos vamos a meter en una vida llena de todo, menos de felicidad y paz. ¿Qué hacer? Pues todo lo contrario a lo que hacemos y ahora sí ver las cosas como son, y no como cómodamente las queremos ver.
En el ejemplo de la rodilla: “Ok, no pude ser futbolista profesional, pero buscaré en qué soy bueno y que me haga feliz. Una rodilla madreada no va a poder más que yo.”
En el amor: “Sí, me dejaron con el corazón hecho pedazos, pero esa relación no va a arruinarme el resto de mis días, lo supero, encuentro el amor genuino en mí y lo comparto con quien yo elija amar.”
Suena fácil, pero no lo es. Trabajar en uno lleva tiempo, dinero y esfuerzo –como lo veíamos en el artículo pasado– pero es la única manera de vivir a plenitud, o al menos, lejos de quejas y resentimientos. En menos cómodo, pero mucho más satisfactorio que estar sólo quejándote.
Si te gustó la publicación, ya sabes qué hacer 😉